Adelanto exclusivo de NE! Los Malaquias de Andréa del Fuego
El libro recomendado de NE para hoy es una encantadora novela brasileña que llega a las librerías argentinas el 10 de septiembre. Te presentamos la portada en exclusiva, el primer capítulo de la obra, una entrevista de la autora para la agencia Télam y le ponemos música con dos íconos de Brasil, Marisa Monte y Adriana Calcanhoto.
LOS MALAQUIAS
Andréa Del Fuego
Traducción: Teresa Arijon
Traducción: Teresa Arijon
“En el cruce
de las historias que componen esta novela, las palabras tienen un olor y un
sabor que se puede palpar con las yemas de los dedos. Los
Malaquias es una verdadera obra maestra.”
José Luis Peixoto
Ganadora del Premio José
Saramago 2011
Un rayo ilumina la noche, y al instante cambia un mundo para siempre. Toca la casa de la familia Malaquias, y los padres ya no volverán a moverse. Parecen dormidos, y a su modo lo están, aunque eternamente. En otra habitación tres niños descansan en la paz de la oscuridad. Se han salvado, de algún modo. Al día siguiente sabrán que son huérfanos. Uno de ellos, el mayor, se quedará en el campo, trabajando de peón; los otros dos, una niña y un niño, irán a un orfanato.
A partir de esa escena inicial, Andréa del
Fuego compone una novela conmovedora y mágica. Sigue la vida de sus
personajes, sus inusuales derroteros desde la infancia hasta la adultez, pinta
una aldea y su tiempo, en el Brasil rural de las primeras décadas del siglo XX.
Que podría ser, también, un pueblo en Argentina o en cualquier otro país de
América latina. La modernidad avanza y altera tradiciones ancestrales, el amor
se abre paso y atenúa brevemente las durezas de la existencia, la imaginación y
la fantasía son tantas veces indispensables para levantarse cada día y cobijar
una esperanza.
Con una prosa exquisita, que tiene el encanto de la poesía, con una capacidad admirable para enhebrar diversas historias, Los Malaquias es una novela que produce un hechizo. Transporta a una tierra desconocida, de la que uno no quiere volver. Es una proeza literaria, un tesoro para ser descubierto.
Con una prosa exquisita, que tiene el encanto de la poesía, con una capacidad admirable para enhebrar diversas historias, Los Malaquias es una novela que produce un hechizo. Transporta a una tierra desconocida, de la que uno no quiere volver. Es una proeza literaria, un tesoro para ser descubierto.

Marisa Monte e Adriana Calcanhoto - Beijo Sem
Entrevista a Andréa del Fuego
Télam - 05/09/2012 – Argentina
Una novela
que suspende la realidad para mirarla con microscopio
Por Mora Cordeu
Original, vertiginosa y alejada del realismo mágico, "Los
Malaquías", la primera novela de la brasileña Andrea del Fuego nos
traslada a un universo rural donde la memoria de los ancestros continúa de
generación en generación al igual que la permanente metamorfosis entre la
naturaleza y los personajes que la pueblan.
Del Fuego nació en San Pablo (Brasil) en
1975. Estudió filosofía, fue productora de cine y trabajó en televisión, en
programas culturales. Es autora de varios libros para niños, que se han publicado
en Brasil y en el extranjero.
En relación a esta novela (publicada por
Edhasa), ganadora del Premio José Saramago 2011 y finalista ese mismo año de
los premios Sao Paulo de Literatura y Jabuti, Andrea del Fuego, contestó por
mail las preguntas de Télam:
- En "Los Malaquías" pareciera que
la fuerza de la Naturaleza opera sobre las personas, pero también
"en" las personas ¿existe esa intención de borrar los límites? ¿De
situarse en una perspectiva singular -pero no mágica- para contar este relato?
- ¡Exactamente! Quise diluir o borrar los
límites entre los elementos de la naturaleza y los del recuerdo, por ejemplo,
al describir a una muerta que continúa interactuando con lo real en forma de
partículas; por eso mismo, en el caso de Geraldina, el recuerdo, la memoria
tiene sustancia. Tuve sumo cuidado para no contaminar mi lenguaje con el
realismo mágico, y por eso intenté describir esos fenómenos de una forma
concisa y clara.
- La historia de los tres hermanos se
desenvuelve principalmente en una geografía rural, donde se esbozan ritos y
costumbres ¿se trata de una geografía real o imaginada?
- Es una geografía real, y está inspirada en
un vecindario rural del sur de Minas Gerais, la región donde se criaron mis
padres. En esas regiones se preservan las recetas de cocina y el arte de tejer
durante generaciones. Mi abuela sabía tejer en telares de madera del largo de
un "escarabajo" Volkswagen.
- Entre la fuerza de los elementos (el fuego,
el agua, la tierra, el viento) se juega el destino de los hermanos y de las
personas que tienen injerencia en sus vidas, siempre rodeados de una naturaleza
que los marca, los incorpora a su sino ¿Cómo la búsqueda de una sabiduría o de
una memoria atávica…?
- Una memoria celular y tal vez, por eso
mismo, atávica. Esos elementos se vuelven más explícitos cuando los personajes
están en el valle, en un aislamiento que aumenta las transformaciones, como
cuando el agua dulce se transforma en agua salada al trasladarse de un valle a
otro.
- Una idea que sobrevuela el libro es la
experiencia de la muerte como algo vivido y que lleva implícita la idea de
continuidad, de transformación, de algo que no acaba en la paz de los
cementerios… ¿Quisiste subrayar esta unidad entre vida y muerte?
- Sí, quise que vida y muerte tuvieran el
mismo peso, la misma perspectiva; quise hacer que la memoria continuara viva
incluso después de que el cuerpo que había sido su morada hubiera sido comido
por los gusanos bajo la tierra.
- ¿No subyace también la idea de que nadie se
muere del todo?
- Comúnmente, lo que en cierto modo sobrevive
a la muerte es el recuerdo. Ese recuerdo, esa memoria del muerto sólo es
posible a través de un otro, de alguien que se acuerde de nosotros cuando todo
haya terminado. Pero en Los Malaquías lo que sobrevive es la memoria, como si
fuera una sustancia pasible de ser observada bajo el microscopio. No depende de
un otro: tiene existencia propia.
- Ese sustrato ¿también puede ir ligado al
rescate de una cultura?
- Por supuesto, creo que la cultura es
aquello que conservamos para poder preservar una identidad propia. Sin
identidad seríamos un todo sin rostro, sin contorno, una polvareda que nunca se
asienta. Rescatar la cultura debe ser algo que hacemos incluso sin darnos
cuenta, un impulso natural de buscar la identidad en el principio, en los
ancestros.
- Otra variable que aparece -quizá
personificada en el personaje de Julia- es la del tránsito, una cierta
imposibilidad de llegar a algún lado. Ese deambular permanente, una constante
en la vida de mucha gente, se perfila como algo muy contemporáneo...
- Estoy de acuerdo. Hoy estamos en tránsito
aunque estemos encerrados en una habitación, gracias a la movilidad virtual;
esa estela de información que producimos y compartimos es vertiginosa.
- Todo el libro está marcado por una fuerte
impronta poética ¿tuviste esta intención al escribirlo, trabajaste en este
sentido?
- Tengo tendencia a la prosa poética, a veces
por demás. Mi tarea principal, a partir de la segunda versión, consistió en
eliminar el exceso de imágenes poéticas, de metáforas interminables. Esos
cortes hicieron que la poesía quedara localizada en la acción de los
personajes. Tardé siete años en decidir lo que debía quedar y lo que no.
- Aunque la trama resulta extraña, también
lleva implícita una cierta familiaridad, la idea de que el libro conecta de
alguna manera con experiencias, temores y sensaciones comunes, no insólitas
¿tuviste esa impresión?
- Sí, creo que lo insólito, al suspender la
realidad, puede incluso aumentarla, como una especie de lupa que puede
distorsionar pero que también revela los detalles menos evidentes de la
experiencia cotidiana.
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