Novedad Editorial Octubre 2014: CLARIDAD - No Ficción
Peter Schmidtmeyer
Crónicas - Viajes
“La vista de Buenos Aires, desde su rada y el
desembarcadero, no ofrece nada de placentero. Una larga hilera de edificios
bajos e irregulares, detrás de la cual no podéis ver la continuación de la
ciudad, le daría el aspecto de una población pesquera, si no fuera por dos o
tres torres de iglesias, que se elevan sobre aquéllos. A lo largo de esa hilera
yace el paseo público y algunos árboles muy pequeños y feos. Allí el río es
poco profundo, su agua turbia y la orilla opuesta, que es baja y está a treinta
millas de distancia, no se alcanza a distinguir. Se emplean carros reformados
para la carga y, descarga de los barcos, tanto en pasajeros como en
mercaderías, y se ven innumerables lavanderas, que lavan la ropa sobre piedras
sucias, en medio de los desperdicios de la ciudad. Y, sin embargo, con poco
gasto y desplegando cierto buen gusto, el aspecto de esta gran ciudad se puede
hacer sorprendentemente bella a lo largo de la ribera del río. […] Transcurrió
un largo período antes de que Buenos Aires llegara a ser ciudad de alguna
importancia. La salubridad de su clima, la introducción y aumento de ganado
europeo y la apertura de las comunicaciones y el comercio primero con el
interior y luego con las colonias occidentales del Perú y Chile, hizo de ella
una ciudad grande, populosa y rica; ya se encontró que resultaba un medio de
transporte más seguro para el producto de las ricas minas de los Andes, que la
navegación a través del Estrecho de Magallanes.”
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