El 5 de febrero llega a las librerías EL ÚLTIMO REINO. NORTHUMBRIA de Bernard Cornwell, la nueva saga de fantasía épica que BBC lleva a la televisión + Entrevista del autor con George R. R. Martin
Bernard Cornwell
Ficción Histórica
Primer
libro de la saga que dio origen a la exitosa serie de TV producida por la BBC America y la
NBC: The Last Kingdom.
Corre el año 866.
Los sajones, que han fundado cuatro reinos al sur de la isla de Inglaterra,
viven con la mirada puesta en el mar, de donde siempre ha llegado la amenaza en
forma de implacables guerreros: los vikingos. Cualquier previsión es inútil
para conjurar ese peligro. En la frontera entre ambos mundos se encuentra el
protagonista de esta novela, Uhtred, un joven nacido en una aristocrática
familia de Northumbria, y que ha sido raptado y educado por los hombres del
sanguinario vikingo Ragnar. Uhtred se enfrenta ahora a la decisión de optar por
su origen y reivindicar su legado, o renunciar a ellos y permanecer con quienes
lo educaron.
El
último reino demuestra el talento de Bernard Cornwell
para la construcción de mundos épicos ajustados a los acontecimientos
históricos. En esta novela lo que está en juego es la fundación de Inglaterra,
que hacia el siglo IX era un entramado de ambiciones y traiciones, sin un poder
unificador, sin un rumbo definido. De la mano de personajes inolvidables, el
lector asiste al turbulento choque entre la cultura anglosajona y la danesa,
entre el cristianismo y el paganismo, entre dos concepciones irreconciliables
de la existencia. Con una escritura poderosa y una impactante reconstrucción de
época, El último reino es el primer volumen de una saga que ha conquistado
millones de lectores en todo el mundo y que acaba de ser adaptada para la
televisión por la BBC y la NBC.
Sobre el autor
Bernard
Cornwell. Nació en Londres en 1944 y vivió su infancia en el sur
de Essex. Después de graduarse en la Universidad de Londres, trabajó para la
cadena de televisión de la BBC durante siete años, principalmente como
realizador del programa Nationwide. Posteriormente se hizo cargo del departamento
de actualidad de la BBC en Irlanda del Norte, y en 1978 pasó a dirigir el programa
Thames at Six, para la Thames Television. Actualmente reside en Estados Unidos.
Su serie dedicada a
Richard Sharpe, que en España viene publicando Edhasa, le ha convertido en uno
de los escritores más leídos y de mayor éxito en el género de la novela histórica
de aventuras, condición que volvió a poner de manifiesto con la trilogía
formada por Arqueros del Rey (2001), La batalla del Grial (2002) y El sitio de Calais (2004) o la tetralogía
sobre Starbuck, situada en la guerra civil americana, de la que las primeras
entregas han sido Rebelde (2011) y Copperhead (2012) .
También son buena
muestra de su talento las novelas Stone.
"El
mejor autor de novelas históricas de aventuras"
The New York Times
"Bernard
Cornwell escribe como si hubiera vivido en el siglo IX"
The Wall Street Journal
Gentileza Editorial Edhasa
GEORGE: Desde hace
mucho tiempo, creo que la novela histórica y el fantasy épico son hermanos, que
los dos géneros tienen mucho en común. Mi serie le debe mucho al trabajo de J.
R. R. Tolkien, Robert E. Howard, Jack Vance, Fritz Leiber y todos los grandes
escritores fantásticos que vinieron antes de mí, pero a su vez también leí y
disfruté el trabajo de novelistas históricos como Thomas B. Costain, Mika
Waltari, Alfred Duggan, Nigel Tranter y Maurice Druon. ¿Cuáles son tus
influencias? ¿Qué escritores leíste de pequeño? ¿La ficción histórica siempre
fue tu gran pasión? ¿Habías leído fantasy?
BERNARD: Así es, la
novela histórica y el fantasy son hermanos gemelos. Nunca me gustó mucho la
etiqueta de “fantasy”, porque es demasiado amplia y tiene algo místico. En mi
opinión, uno escribe novelas históricas ubicadas en un mundo inventado, que
está basado en una realidad histórica (si los libros se sitúan en el futuro, entonces
el “fantasy” se convierte mágicamente en ciencia ficción). Yo diría que recibí
las tres influencias: el fantasy, la ciencia ficción y la novela histórica,
aunque la más importante fue la de los libros de C. S. Forester, la saga de Hornblower. Los leí de adolescente, me
entusiasmaron, cuando me quedé sin material para leer al acabar la última de
las series, empecé a leer libros de no ficción sobre la época napoleónica. Eso
me llevó a una obsesión por Wellington y su Ejército, lo que me condujo directamente
a escribir la serie protagonizada por el soldado Sharpe. Quizá si hubiera leído
a Tolkien antes de a Forester habría tomado ese camino (¡y me tienta!), pero
todos escribimos lo que queremos leer y yo siempre fui un ávido consumidor de
novelas históricas... y, por supuesto, de ¡HISTORIAS! Devoré todos los clásicos
de ciencia ficción, Asimov, Heinlein, etcétera, y me enseñaron la importancia
del relato, pero mi gran deuda sigue siendo con C. S. Forester (otro gran
maestro del relato).
GEORGE: Los escritores
de fantasy gozan de cierta libertad que no tienen los novelistas históricos. Yo
puedo sorprender a mis lectores matando a reyes y otros personajes importantes,
pero el destino de los reyes y conquistadores en el mundo real está ahí, en los
textos de historia, sabemos quién muere y quién sobrevive antes de empezar la
novela. Cuando se libra una batalla en el Abismo de Helm o en los Campos de
Pelennor en los libros de Tolkien, o en Aguasnegras y el Bosque Susurrante en
mis propios libros de fantasy, se desconoce el desenlace de la lucha hasta que
el autor no lo revela en sus páginas, pero el novelista histórico está obligado
a seguir la senda de la historia. ¿Cómo te enfrentas al desafío de mantener el
suspenso y el interés en la batalla de Waterloo, la de Bull Run o la de
Azincourt cuando la mayoría de tus lectores ya conoce el final de antemano?
BERNARD: “Yo puedo
sorprender a mis lectores matando a reyes y otros personajes importantes.” Sí,
claro, ¡tú puedes! Yo todavía no te perdoné la ejecución de Ned Stark, ¡pero
estoy aprendiendo a convivir con ello! No creo que sea un problema que el
lector conozca el desenlace de la historia antes de llegar al final. Todos
nosotros, de pequeños, queríamos que nos contaran las mismas historias una y
otra vez, aunque ya supiéramos que el lobo no se iba a comer a Caperucita Roja.
Yo siempre me planteo la novela histórica como si tuviera dos historias, la
grande y la pequeña, y el escritor las entrelaza. La gran historia en Lo que el
viento se llevó pasa por si el Sur pude sobrevivir a la Guerra Civil, y todos
sabemos cómo acabó, pero la pequeña historia es si Scarlett puede salvar a
Tara, y esta pequeña historia está en primer plano, mientras que la gran
historia ocupa el trasfondo. Supongo que la pequeña historia aporta el
suspenso: ¿Sobrevivirá Sharpe en Badajoz? (bueno, el lector sabe que sí, ¡me
imagino!). Y creo que a los lectores les fascina que la historia se vaya
desplegando. Cualquier inglés conoce la batalla de Azincourt –está
profundamente arraigada en la conciencia de la nación–, pero casi nadie sabe
qué sucedió realmente allí. La historia se convierte en mito muy rápido (el
mito de Azincourt dice que los arcos se impusieron, lo cual no fue así, pero
Dios sabe que Enrique habría perdido sin ellos), y quizá uno de los placeres de
leer novela histórica sea descubrir la verdad que se esconde detrás del mito.
GEORGE: La ficción
histórica no es historia. Estás mezclando hechos verdaderos y personajes
históricos reales con personajes de tu propia creación, como Uhtred y Richard
Sharpe. ¿Hasta dónde debería llegar la “licencia poética” de un novelista
cuando se enfrenta a los acontecimientos de la historia? ¿Cuán riguroso está
obligado a ser? ¿Cuál es la frontera?
BERNARD: Yo no puedo
cambiar la historia (ojalá), pero puedo jugar con ella. La respuesta varía en
función de lo que estoy escribiendo. Hice una trilogía sobre el Rey Arturo, y
prácticamente no había una historia real sobre la que basarse, así que pude
hacer más o menos lo que quise. Para los libros de Saxon [The Saxon Stories, en esp.: Sajones,
vikingos y normandos] contaba con el esqueleto de la historia gracias a la
Crónica Anglosajona y otras pocas fuentes más, pero tampoco había tanto, de
modo que tuve mucha libertad. Si escribo sobre la Revolución americana,
entonces casi no tengo libertad, porque estoy entrometiéndome en la gran
leyenda de América y debo mantenerme fiel a la historia real si el libro
pretende persuadir al lector de la viabilidad de la historia; en Redcoat solo cambié un hecho, adelantándolo
24 horas. Y luego confesé mi pecado en una nota histórica al final del libro.
En alguna ocasión hago cambios más drásticos; en Sharp y sus fusileros se narra
la historia del terrible ataque sobre Badajoz y, por contarlo brevemente, un
ataque falso que solo pretendía apartar a los defensores franceses acabó con la
conquista de la ciudad, mientras que los ataques principales fracasaron
estrepitosamente. Me pareció que el drama de esa noche se centraba en las
brechas, así que Sharpe tenía que atacar una de ellas, y si Richard Sharpe
ataca, gana (¡es un héroe!). En la novela me permito que uno de los atacantes
traspase la brecha (lo cual no sucedió), porque de otro modo la historia no
funcionaría. Pero una vez más, confesé mi pecado al final del libro.
GEORGE: A lo largo
de los años, escribí tanta ciencia ficción como fantasy. Dentro de la ciencia
ficción hay un género que cada vez está ganando más popularidad, la novela del
mundo alternativo, lo que los historiadores a veces denominan “contrafáctica”,
y los fans llaman “que habría pasado si”. En For want of a nail el reino estaba perdido... pero ¿y si no se
hubiera perdido? ¿Y si Napoleón hubiera vencido en Waterloo? ¿Y si el Sur
hubiera ganado la Guerra Civil? ¿Si el Imperio romano no hubiera caído nunca?
¿Qué te parecen estas historias? ¿Alguna vez sentiste la tentación de escribir
una?
BERNARD: ¡Jamás!
Quizá sea culpa mía, pero la historia alternativa no me atrae. Recuerdo una
película contrafáctica delirante en la que un F-16 de la Fuerza Aérea de los
Estados Unidos aparecía de pronto en Pearl Harbor. Así. Empezamos diciendo que
las novelas de “fantasy” y las novelas históricas son gemelas y me parece que
mezclarlas tiene algo de incestuoso y, a diferencia de Jaime y Cersei
Lannister, yo no soy un fan.
GEORGE: Hablando de
batallas... Creo que tus escenas de batallas son las mejores que leí de
cualquier escritor pasado o presente. Yo escribí una buena cantidad de ellas. A
veces utilizo el punto de vista privado, muy cercano y personal, para arrastrar
al lector hasta el interior de la matanza. Es algo muy vívido y visceral, pero
necesariamente caótico, y es fácil que se pierda el sentido global de la
batalla. A veces, en cambio, me inclino por el punto de vista general,
observando desde arriba los flancos y las reservas. Da una idea de la
estrategia, del modo en que se gana o se pierde una batalla, aunque se puede
caer con facilidad en la abstracción. Sin embargo, parece que tuvieras la
capacidad de hacer las dos cosas a la vez. Los arcos de Azincourt, Uhtred
refunfuñando y dando golpes contra un muro de protección en Sajonia, la vana
esperanza de Sharpe... podemos ver y oler la sangre, y a la vez entender las
estrategias de la batalla. ¿Cómo lo haces? ¿Cuáles son los pilares sobre los
que construyes una escena de una gran batalla? De todas las batallas que
escribiste, ¿cuál es tu preferida?
BERNARD: Yo juego
con una gran ventaja respecto de ti, porque mis batallas se libraron en el
pasado y los sobrevivientes dejaron testimonios, y algunas fueron descritas con
todo lujo de detalles por parte de los historiadores militares, de modo que yo
cuento con un marco que tú debes inventar. Odio leer una historia militar y
confundirme, en general me pasa con los numerales romanos (“La unidad XV se
dirigió al oeste mientras que la brigada XIV se reorganizó en dirección al
sur”, y todo eso), porque se supone que tienes que estar consultando un mapa, o
varios, mientras intentas recordar cuál es la unidad XV... Así que yo intento
que el lector cuente con un contexto antes de que dé comienzo la batalla:
¿Dónde están luchando? ¿Cuáles son los lugares de referencia? ¿Qué unidades son
importantes? No quiero que el lector se detenga y tenga que buscar un mapa...
aunque seguro que fracaso. Una vez hecho esto, intento intercambiar el punto de
vista, como tú, entre lo más cercano y desagradable de la batalla y una
perspectiva más distante. Es maravilloso leer El rostro de la batalla, el libro de John Keegan, y descubrir cómo
viven la batalla los hombres, fue una gran influencia. Yo inventé batallas de
principio a fin, y de la que estoy más orgulloso es de la del monte Badon, de
la saga de Arturo. La batalla ocurrió pero no sabemos nada de lo que sucedió
(ni siquiera dónde), así que usé la táctica de Wellington en la batalla de
Salamanca y funcionó a la perfección. ¿De todas las batallas? Quizá me quedo
con la de Salamanca en La espada de
Sharpe.
GEORGE: Un tema
recurrente en mucho fantasy épico es el conflicto entre el bien y el mal. Los
villanos acostumbran a ser hombres oscuros de todo tipo, con secuaces malignos
y hordas de subordinados perversos y deformes vestidos de negro. Los héroes son
nobles, valientes, honestos y justos. Sí, Tolkien hizo algo fantástico y
glorioso a partir de eso, pero en manos de escritores menores, bueno... digamos
que ese tipo de fantasy perdió todo interés para mí. Me atraen, sobre todo, los
personajes grises. Prefiero escribir sobre ellos... y leer sobre ellos. Me
parece que compartimos esta afinidad. Tus protagonistas tienen momentos de
heroísmo, pero también tienen defectos. Yo disfruto mucho leyendo sobre Uhtred,
pero es realmente oscuro, y respecto a Richard Sharpe, mejor no cruzarse con
él. Llegaste tan lejos que incluso convertiste en protagonista de tus novelas
sobre la Guerra Civil Americana a una serpiente, hiciste que un norteño luchara
por el Sur... no son cosas que despierten mucha simpatía. Tus villanos son como
cualquier humano, no un monstruo de cartón. Y a menudo eres poco menos que
respetuoso cuando dibujas a algunos de los héroes más representativos de la
historia británica y estadounidense. Pienso en Paul Revere y Alfredo el Grande.
¿Qué hace que los personajes con defectos sean más interesantes que los héroes
convencionales?
BERNARD: ¿Quizá
todos nuestros personajes son un reflejo de nosotros mismos? No estoy diciendo
que yo sea Richard Sharpe (Dios no lo quiera), pero estoy convencido de que hay
algunos rasgos de mi personalidad en él (por la mañana es muy gruñón). En una
ocasión escribí una serie de prólogos para los libros de Hornblower y tuve que enfrentarme a la eterna pregunta: ¿en quién
está basado Hornblower? Algunos decían que en Cochrane, otros sugirieron que en
Edward Pellow (ambos destacados capitanes de fragata en las Guerras
napoleónicas), pero era obvio que Hornblower era la persona que le habría
gustado ser al propio Forester. Hornblower era Forester, sin alguno de los
rasgos menos atractivos de Forester. La mayoría de mis héroes son marginados...
quizá porque yo me sentía así en mi infancia (es una larga historia que no vamos
a contar ahora), y por eso, de tus personajes, mis preferidos son Arya y Jon
Snow. Y quizá los personajes imperfectos sean más atractivos porque se ven
forzados a tomar una decisión... un personaje bueno convencional siempre hará
lo moralmente correcto. Aburrido. Sharpe suele hacer lo correcto, pero en
general por los motivos equivocados, ¡y eso es mucho más interesante!
GEORGE: Cuando
Tolkien comenzó a escribir El señor de
los anillos, quiso hacer una continuación de El Hobbit. “La historia fue creciendo mientras la contaba”, declaró
después, cuando El señor de los anillos se
había convertido en la trilogía que hoy conocemos. A lo largo de los años tuve
muchas ocasiones de citar esta frase, puesto que mi Canción de hielo y fuego pasó de los tres libros, que había vendido
originalmente, a siete (cinco publicados, y dos más por escribir), en los que
estoy trabajando. Gran parte de tu trabajo tomó la forma de una serie con
muchas partes. ¿Tus historias “están creciendo mientras las cuentas”, o ya
sabes hasta dónde te van a llevar tus viajes antes de partir? Cuando escribiste
tu primer libro sobre Sharpe, ¿te imaginaste que ibas a llegar tan lejos con él
y con Harper? ¿Sabías cuántos libros iba a necesitar la historia de Uhtred,
cuando te sentaste a escribir sobre él?
BERNARD: ¡Ni idea!
Ni siquiera sé qué pasará en el próximo capítulo y mucho menos en el siguiente
libro, y no sé cuántos libros formarán parte de una serie. E. L. Doctorow dijo
algo que me gusta y es que escribir una novela es un poco como conducir de
noche por una carretera en un país desconocido, en la que solo puedes ver hasta
donde iluminan tus débiles faros. Escribo en la oscuridad. Supongo que el
placer de leer libros pasa por descubrir qué va a suceder, ¡y para mí ese es el
placer de escribirlos!
GEORGE: Me encontré
cara a cara con mis lectores miles de veces, no solo en los tours de los
libros, sino también en los congresos de ciencia ficción y de fantasy, donde
suele haber mucha más interacción entre los lectores y los escritores que en otros
géneros. Yo acostumbraba a responder todas las cartas de mis fans, cuando
todavía los lectores me mandaban cartas a través de mis editores. (Era
sencillo; no había muchas.) El correo electrónico multiplicó por mil las cartas
que recibo, muy por encima de mi capacidad para responder, pero aun así intento
leer los emails que llegan, aunque no pueda contestarlos. No uso facebook ni
twitter, pero tengo un blog (en LiveJournal), y mi dirección de correo
electrónico se puede encontrar fácilmente. Pero ser tan accesible también
genera sus peligros, como descubrí en los últimos años. La mayoría de mis fans
es gente fantástica, sensible, inteligente, comprensiva... pero hay una minoría
que puede ser molesta. ¿Cómo te relacionaste con tus lectores a lo largo de los
años? ¿Crees que un escritor tiene una deuda con sus lectores que va más allá
de su propio trabajo? ¿Los fans te mandan sugerencias sobre cómo quieren que
acaben tus series? ¿Te mandan sus obras, regalos? ¿Le ponen a sus hijos y a sus
mascotas los nombres de tus personajes? ¿Escriben “fan fiction” usando tus
personajes? ¿Te viste alguna vez influenciado por las reacciones de tus
lectores ante uno de tus libros o personajes?
BERNARD: Descubrí
que mis fans son geniales. Hay una pequeñísima parte de ellos que le busca la
quinta pata al gato (y sí, por supuesto, hay errores), y una vez, en mi página
web, le pedí a un lector de este tipo que por favor se buscara otro autor. Pero
es divertido encontrarse con la gran mayoría de ellos y escucharlos es de vital
importancia. ¡Una vez hice el tour de un libro y tres personas distintas me
dijeron que ya era el momento de que Sharpe tuviera una chica de clase alta! No
me había dado cuenta de que había estado con chicas difíciles durante muchos
libros, así que en Sharpe en Trafalgar le di a Lady Grace, que sigue siendo mi
heroína preferida. ¡Nunca habría existido sin los fans!
GEORGE: Nosotros dos
tuvimos el privilegio de ver a nuestros personajes en la televisión. Sean Bean
fue Richard Sharpe mucho antes de ser Ned Stark. (Y a decir verdad, si hizo de
Ned Stark en gran parte fue porque David Benioff, Dan Weiss y yo habíamos visto
su magnífico papel como Sharpe.) ¿Qué te parecieron las series de la BBC?
¿Hasta qué punto estuviste involucrado? ¿Llegarás a ver a otros de tus
personajes en la pantalla? Y si así fuera, ¿te gustaría escribir los guiones?
¿Qué es lo que hace que una adaptación sea buena? ¿Volveremos a ver a Sean Bean
en el papel de Sharpe?
BERNARD: ¡Creo que
las series de Sharpe eran fantásticas! No cabe duda de que modificaron los
libros, no tuvieron elección. Tú y yo podemos dirigir a 100.000 hombres sin que
nos cueste nada, pero en televisión cada extra es una sangría para el
presupuesto, aunque supieron lidiar muy bien con esa limitación y Sean, por
supuesto, fue un Sharpe maravilloso y un gran Ned Stark (que debería haber
vivido, maldición). Hasta donde yo sé, no hay más series entre los planes. Se
habla de hacer una película de Azincourt (pero no estoy ansioso esperándola), y
de una serie sobre Uhtred (que sería bonito, pero tampoco estoy ansioso por
ello). No quiero tener nada que ver con este tipo de producciones, salvo ser un
admirador más. Trabajé para la televisión durante once años y aprendí lo
suficiente como para saber que no sé nada sobre la producción de una pieza, así
que estoy contento de dejar todo esto en manos de los expertos. Y dudo de que
fuera capaz de escribir un guión: nunca lo intenté y prefiero escribir una
novela.
GEORGE: Última
pregunta: ¿qué planes tiene Bernard Cornwell? Hiciste las Guerras napoleónicas,
la Guerra Civil Americana, la Guerra de los Cien Años, el Rey Arturo, los
sajones. ¿Regresarás a alguna de estas épocas, volverás a visitar a algunos de
los grandes personajes de tus series? ¿O hay alguna otra época histórica que te
interese investigar?
BERNARD: Estoy
desesperado por escribir sobre un período (perdón, ¡pero no puedo revelarlo
porque no quiero que nadie me haga la competencia!). Pero antes habrá una
novela nueva sobre Thomas de Hookton en la Guerra de los Cien Años, y luego
volveré a Uhtred y los sajones.
Traducción
de la entrevista: Paula Kuffer
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