#NovedadesEditoriales Por qué seguimos siendo carnívoros de Ernesto Hernández Busto (Ed. Interzona)

 


CERDOS Y NIÑOS.
Por qué seguimos siendo carnívoros
Ernesto Hernández Busto


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Ernesto Hernández Busto nació en La Habana en 1968, es escritor, traductor y periodista. Actualmente reside en Barcelona. Inició estudios universitarios de Matemática en la ex Unión Soviética. Fue expulsado por no asistir a clases. Tras apelar una sanción logró seguir estudios en Literatura, su verdadero interés, en el Instituto Superior Pedagógico de La Habana.
 
Fue miembro de PAIDEIA, grupo independiente de estudios que a finales de los años ochenta intentó una renovación de la escena cultural cubana y derivó en plataforma disidente. En 1992 emigró a México valiéndose de una carta de invitación falsa: estudió Filosofía en la UNAM, se ganó la vida como pudo y colaboró regularmente en la revista Vuelta, dirigida por Octavio Paz.
 
Ha publicado Perfiles derechos. Fisonomías del escritor reaccionario (Península, Barcelona, 2004), que ganó la III edición del Premio de Ensayo “Casa de América” e Inventario de saldos. Apuntes sobre literatura cubana (Colibrí, Madrid, 2005), así como traducciones del ruso y del italiano. Diversos ensayos suyos han sido traducidos al inglés, francés y alemán.
 
En 2015 publicó La ruta natural (Vaso Roto, Madrid) y Diario de Kioto (Cuadrivio, México), libros que mezclan los géneros del diario, las memorias y el ensayo.​ Sus libros más recientes son de poesía: MudaMiel y hiel y Jardín de grava.
 
Coeditó con Arcadi Espada la antología El fin de los periódicos: crisis y retos del periodismo actual (Duomo, Barcelona, 2009). Entre 2006 y 2014 editó Penúltimos Días, uno de los más importantes websites sobre temas cubanos. Colabora en el periódico El País, sobre temas de política y tecnología, y en la revista Letras Libres, sobre temas literarios.

No tan distintos
 
“Más de una vez niños y cerdos han intercambiado el papel de víctima. Tal vez porque, como asegura el historiador Michel Pastoureau, nada se parece más a un recién nacido que un cerdito”.
 
Cerdos y niños
 
 
 
InterZona presenta un nuevo ensayo del provocador escritor cubano Ernesto Hernández Busto, esta vez centrado en la ambigua relación de lo humano con lo animal.
 
Tema delicado si los hay, que como todo enigma de lo cotidiano se esconde a plena vista. ¿Acaso no tratamos de mantener en lo más oculto de nuestro pensamiento los escabrosos detalles que hay detrás del trato que damos a estos seres que terminan, con frecuencia, en un plato, como una prenda de vestir o bajo la luz blanca de un laboratorio?
 
Este es un libro sobre lo animal en el animal humano, sobre la construcción simbólica que forjamos en torno a estos seres callados, cuya carencia de voz nos tienta a proyectar en ellos las voces internas de nuestra propia virtud y brutalidad. Sus ojos nos devuelven nuestra propia mirada.
 
 
“Me repugna la idea misma de que el hombre se considere el fin último de la creación, elegido por Dios. Pero creo que hay cosas en este mundo que son bellas, que son importantes, por las que vale la pena esforzarse. Convertí al protagonista en cerdo porque era lo que mejor encajaba con mis sentimientos”.
 
Hayao Miyazaki, en Cerdos y niños
 
 
Hernández Busto se vale de referencias a la cultura tanto letrada como popular, registros históricos y anécdotas personales de su vida en Cuba para delinear los contornos de esa frontera imprecisa en donde lo humano toca lo animal. Organizado en fragmentos que se suceden con la naturalidad de la asociación automática, Cerdos y niños es una invitación a reflexionar por fuera de posturas éticas blindadas.
 
Sin detenerse en enfoques neurocientíficos o evolutivos, el análisis literario es central. Las referencias son vastas y variadas. Nos enteramos que en la literatura universal de todos los tiempos hay una larga vinculación entre cerdos y niños, siendo estos frecuentemente confundidos (para suerte del cerdo y desgracia del niño); luego vemos a Circe transformar a los marineros de Odiseo en híbridos de cerdo y hombre y escuchamos el célebre monólogo de Elizabeth Costello −alter ego del premio Nobel J. M. Coetzee− para repensar el puritanismo en la posmodernidad; por acá Margaret Atwood y sus “cerdones” nos plantean el problema de la ingeniería genética y por allá el Porco Rosso de Miyasaki reivindica la pureza instintiva de lo animal.
 
 
“(...) los archivos dan cuenta de otro caso, esta vez en Toledo, del cerdo que se comió a un niño un Viernes Santo de 1572 y la Inquisición le acusó de sacrilegio por haber probado carne un día de vigilia y lo mandó quemar en la hoguera. (...) Por raro que nos parezca hoy, a los cerdos se les podía acusar de impiedad, como a cualquier campesino, e incluso a veces se les torturaba”.
 
Cerdos y niños
 
 
Las voces incluidas son dispares e invitan al choque de posturas contrapuestas, proponiendo así una lectura que permite coincidir y disentir alternativamente. Más que intentar fundamentar respuestas definitivas con intenciones panfletarias, Cerdos y niños propone un espacio de reflexión por fuera de dogmatismos para repensar nuestras ideas sobre lo animal pero, sobre todo, para repensar nuestro concepto de lo humano: piedra basal de esa construcción tan frágil que llamamos “civilización”.
 
 
“En su momento inaugural, eso que llamamos civilización fue la transformación de un ser fundamentalmente vegetariano en omnívoro. Ello trajo consigo la mímesis y la técnica, pero también la culpa asociada a esa imitación violenta. Como solución para recomponer ese orden violado, el hombre acudió al sacrificio ritual”.
 
Cerdos y niños